viernes, 19 de marzo de 2010

El valor de Castella se impone en Valencia

Con un impresentable encierro de Núñez del Cuvillo, sin fondo ni trapío tan sólo hemos podido disfrutar del valor y temple del francés Sebastián Castella.

Abría cartel el diestro de Chiva, Enrique Ponce y fue el único capaz de cortar una oreja a un toro manejable, siempre en la media altura y con la facilidad que el veterano maestro tiene le permitió aguantar en pie al astado, toreando al hilo y tirando de recursos para aliviarlo y mantenerlo en la muleta. Una estocada efectiva le hizo cortar una oreja. Si bien con el cuarto de la tarde no tuvo ninguna opción, con un toro parado con el que abrevió el valenciano.

Si bien es cierto el verdadero triunfador de la tarde fue el diestro francés. Sebastián Castella dejó los mejores momentos de la tarde con el segundo, un toro que medio se dejó y al que Castella sacó todo lo que llevaba dentro, se metió entre los pitones del de Cuvillo al que remató con una gran estocada, sólo la ignorancia y prepotencia del palco le impidió cortar una más que merecida oreja. Pero Castella salió a por todas con el quinto, con pases cambiados por la espalda desde el centro del platillo. Una faena muy de verdad ante un toro con peligro que le fue midiendo durante toda la faena, una labor de mucho mérito y acabó ganandole la pelea al astado gaditano, pero el mal uso de la espada le privó esta vez de tocar pelo. En resumen, la espada y el palco le hicieron salir a pie del coso de la calle Xativa.

El tercer diestro en liza fue el alicantino José María Manzanares, comenzó muy bien con dos buenas series de derechazos pero el astado no quiso seguir luchando y se paró enseguida, tan sólo pudimos ver algunos destellos del temple de Manzanares, sin duda lo mejor de su actuación el cañonazo de la espada del diestro alicantino. Con el sexto poco o nada pudo hacer, un toro soso y parado que no tuvo ninguna emoción ni transmisión.

Valencia, 19 de marzo. 10ª de Fallas. Casi Lleno.

Toros de Núñez del Cuvillo, terciados y varios anovillados, aunque con puntas la corrida. Descastados, sin clase y deslucidos.

Enrique Ponce, oreja y silencio.
Sebastián Castella, fuerte ovación tras petición y saludos tras aviso.
José María Manzanares, silencio en ambos.

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