miércoles, 17 de febrero de 2010

Encierros de Ciudad Rodrigo

Todo comenzaba el Viernes por la noche, los mansos de Martín Perrino fueron trasladados desde los toriles de "los pinos" hasta los mismos de la plaza de toros, fue un encierro sin problemas ya que los cabestros obedecieron las ordenes de sus pastores que hicieron que llegaran sin mayor dilación luciéndose en las carreras los jóvenes que en la calle Madrid se dieron cita.
El Sábado por la mañana esperaban en los toriles de la Avenida de Agustín Foxa tres bonitos ejemplares de Francisco Galache. Negros, cuajados sin kilos de más, unos bonitos ejemplares que no dieron mayores problemas, al menos dos de ellos, ya que el tercero tardó en entrar en los toriles de la Plaza Mayor, ya que se necesitó la ayuda de los bueyes en un par de ocasiones para que llegara el de Galache. Ya en el desencierro de la tarde las reses generaron algún que otro problema puesto que uno de los de Galache tardó en entrar a los toriles, para el disfrute de los mozos que llenaban las agujas de la zona de los pinos.

Llegaba el Domingo, el encierro a caballo aglutinaba a miles de personas repartidas por todo el trayecto del encierro. Todo transcurría con normalidad, los encargados de encerrar a las reses conducían el ganado a paso lento hasta la ermita, fue en ese momento cuando empezaron a arrear a las reses de Jacinto Ortega, los cuales llegaron hermanados junto con los bueyes hasta el pabellón de la avenida de Foxá, en ese mismo momento los dos toros colorados de Jacinto Ortega se separaron de la manada y no se volvieron a ver, estuvieron calle arriba y calle abajo hasta que los mozos los condujeron hasta los toriles ubicadas en esta avenida donde fueron encerrados y trasladados posteriormente en camión hasta los toriles de la plaza. Mientras el resto de las reses de Jacinto Ortega, cinco toros negros, entró con normalidad en la plaza de toros acompañado por la genial parada de bueyes de Martín Perrino. Por la tarde la normalidad del desencierro fue patente, hasta que el astado con el numero 13 decidió volver a ser el protagonista del día y no quiso pasar de la calle Madrid, de esta forma y con la ayuda de los cabestros fue enchiquerado en los toriles de la plaza de toros.

El lunes amanecía con la expectación de los aficionados por el hecho de ver un encierro de la afamada ganadería de Cebada Gago, pero para que el día fuera más magico si cabe la nieve hizo su aparición. Con menos corredores en las calles que en días anteriores los toros gaditanos salieron de los toriles con presteza dando el juego que todo el mundo se esperaba y los mirobrigenses disfrutaron de lo lindo durante todo el recorrido, viendo como la parada de bueyes y los astados de Cebada Gago recorrían el largo encierro urbano, pero al llegar al Registro un precioso astado colorado con la cornamenta abrochada decidió quedarse en solitario, poco a poco y gracias a la buena labor de los mozos el astado fue llegando hasta el final de la calle Madrid, en ese momento y con un último arreón, el astado gaditano entró en la plaza, concluyendo así el cuarto encierro de los Carnavales de 2010.

Los desencierros, tanto el de mediodia como el de la tarde, el matutino transcurrió con bastantes problemas. Las tres reses que salieron en desencierro desde la plaza mayor llegaron a la zona de los pinos y tan solo uno de ellos entró en los toriles junto a la parada de bueyes, los otros dos se mantuvieron un largo rato emplazados en los pinos y que con la ayuda de los cabestros lograron entrar en los toriles pasado un largo rato. Pero los principales problemas llegaron en el desencierro de la tarde, ya que duró cerca de dos horas. De los cuatro astados de Cebada Gago, dos de ellos entraron con la parada de bueyes y los otros dos tuvieron que ser atados con la soga y arrastrados hasta los toriles.

El último día del Carnaval tenía varios festejos urbanos, en primer lugar el Toro del Aguardiente, de la ganadería de Barcial. Un precioso toro con las más claras reminiscencias de Vega-Villar, fue soltado en la calle Madrid, desde allí se desplazó hasta el Registro donde permaneció hasta el momento en el que fueron a recogerle los bueyes para enchiquerarlo con motivo del comienzo del encierro de Hernández Plá. Estos toros dieron mucho juego en la Avenida de Foxá pero los cuatro que llegaron al coso apenas dieron juego en el coso mirobrigense pero uno de los astados estuvo hasta dos horas calle arriba y calle abajo hasta que se le echó el lazo con la soga para ser encerrado en los toriles junto a dos de sus hermanos de camada, el resto subió hasta la plaza de toros. Con los desencierros mucho caos ya que los astados no querían entrar a los toriles, siendo enmaromados alguno de ellos.

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